miércoles, 29 de agosto de 2012

.: En Canada también se pierde el trabajo, siempre hay que estar preparados.

Recuerdo algunas de mis charlas a la hora del almuerzo con los colegas en la empresa en la que trabajaba en Bogotá. Creo que en ese tiempo trabajaba en Universal Mccann, era casi mitad del 2009 cuando Estados Unidos atravesaba una de sus crisis más dramáticas. Uno de nuestros compañeros que había ido a Miami recientemente nos contaba que se notaba el nerviosismo de la gente frente a la crisis, la cantidad de empleos que se perdían y la baja generalizada en todos los negocios. Era una situación preocupante, obviamente, Estados Unidos es el primer socio comercial de Colombia... pero igual nos reíamos de nuestra propia situación: como siempre estabamos en crisis, nos daba igual porque ya habíamos aprendido a llevar la vida en medio de la "crisis"... es más, si nos preguntan cómo es la vida cuando el país está en una situación "estable", no sabremos ni qué responder... En mi país, aún en crisis la cotidianidad es la misma, la gente sigue haciendo el mercado, sigue comprando carros, sigue estrenando en Diciembre y sigue festejando hasta los bautizos.

En mi caso y en el caso de mi esposo, que crecimos en la "crisis" y que aún así habíamos encontrado ese lugar para ejercer profesionalmente y ganar dinero por ello, llegamos a Canadá con la tranquilidad de saber que  si habíamos sobrevivido en un país del tercer mundo eternamente "en crisis", lo haríamos mucho mejor en este que supuestamente es "Estable". Tal fue nuestra sorpresa cuando, en Enero, ese mes en el que nuestro bebé estaba cumpliendo apenas dos meses de nacido y hacíamos planes para comprar la casa, en ese mes mi marido fue notificado que la empresa en la que trabajaba estaba en bancarrota y él ya no tenía trabajo.

Tengo que confesar que nunca nos habíamos sentido tan vulnerables como en ese momento. Sentimos una angustia terrible ya que jamás nos había pasado algo parecido. Esto suena esperanzador para quienes aún viven en Colombia, pero lo primero que pensé fue: En Colombia aún en crisis siempre tuvimos trabajo, y vinimos a perderlo en la estabilidad de Canadá. 

Al principio suena loco e incoherente pero ahora entiendo cuál es la verdadera estabilidad en Canadá versus la estabilidad en mi país: El sistema. Mi esposo perdió el empleo, es cierto, pero no perdimos el apoyo porque aplicó al seguro de desempleo y le siguió llegando el dinero que necesitabamos para sostener nuestros compromisos. Adicionalmente estaba el ingreso por tener a nuestro hijo que si bien no es mucho, al menos es algo. Gracias al tiempo que mi esposo ya había estado cotizando previamente para el seguro de desempleo tenía derecho a recibir ese salario durante un año. Eso daba suficiente tiempo para buscar otro empleo que estuviera en las mismas o mejores condiciones que el anterior. Así que empezó nuevamente el reto de encontrar empleo en Canadá.

Retomamos la hoja de vida, y volvimos al ruedo. No fue fácil, tengo que admitirlo, volvimos a sentir la angustia de enfrentarnos a un mercado de trabajo algo escéptico con la cuestión de los inmigrantes. Luego de un mes de buscar, lo contactaron de una empresa reclutadora con base en Toronto que necesitaba a un programador en .NET para trabajar desde Halifax. Era un contrato por tres meses, así que mi esposo lo tomó mientras tanto. No pagaban mal pero como era un contrato freelance, ellos no hacían la deducción de los impuestos, así que nos tocó a nosotros averiguar cómo se hacía y asumir el proceso para pagarlos.

Mientras tanto, la búsqueda de empleo dió resultado: un ex-compañero de trabajo de mi esposo lo contactó con el jefe del área de sistemas en una agencia de viajes: Maritime Travel. Mi esposo hizo la entrevista y obtuvo el empleo. Lo mejor de todo fue que lo esperaron el mes que le hacía falta para terminar el contrato con la empresa de Toronto para arrancar con ellos.

Pasamos el susto, pero superamos el reto nuevamente...

lunes, 27 de agosto de 2012

.: Tratando de volver al ruedo

Tengo que admitir que el blog me ha hecho una falta terrible! todavía no sé cómo he podido sobrevivir sin escribir durante tanto tiempo... o bueno me corrijo, sí sé cómo pude sobrevivir: viendo reír a mi bebé! En estos nueve meses han pasado muchas cosas, hemos tenido que tomar muchas decisiones, también hemos trasnochado mucho pero también nos hemos divertido como locos.

Espero aprovechar al máximo los poquitos instantes en que mi bebé duerme o se distrae solo para abrir nuevamente mi corazón y mover mis dedos porque ahora más que nunca necesito catarsis.

Comienzo contando que ya negociamos la casa y esperamos con ansiedad el "Closing Date" para que nos entreguen las llaves. Cada vez que pienso en esto se me crece el corazón y se me aguan los ojos de sólo pensar que por fin vamos a poder dormir bajo nuestro propio techo. Al mismo tiempo pienso con mucha nostalgia que siempre había soñado con inaugurar mi casa haciendo una fiesta con toda mi familia. Pero bueno, tengo el consuelo de que por lo menos mi mamá podrá venir a conocerla el próximo año y que mi hijo va a crecer en un lugar muy especial.

Hace una semana fui de visita a la oficina donde trabajo. Digo oficina porque se mudaron. Antes ocupabamos un piso entero en un edificio y hoy en día la empresa se ha reducido a unos cuantos empleados. Gracias a Dios estoy incluida y mi puesto de trabajo está ahí esperandome, sin embargo, no puedo evitar sentirme rara, algo alarmada... en fin... volviendo al tema de la visita, fui a reconfirmar la fecha en que debo reintegrarme. Supuestamente mi licencia de maternidad finalizaba el 12 de noviembre (un año y una semana después de tener a mi bebé) y ese día debía volver a trabajar, pero me encontré con la sorpresa que tengo 30 días hábiles de vacaciones acumuladas que no puedo aplazar para el año que viene así que, haciendo las cuentas, mi regreso al trabajo se extendió dos meses más... volveré en enero del 2013, Qué tal esto? Salí literalmente brincando en una pata con la noticia.

Eso quiere decir más tiempo para mi chiquito, para disfrutar mi casa y para re-pensar mi vida y lo que quiero hacer con ella, tengo mucho material para trabajar pero necesito alinear muy bien mis herramientas para sacar el mejor resultado posible.

Por fa ténganme paciencia, estoy preparando unas cuantas entradas más específicas para contarles muchas cosas más... es hora de darle el almuercito a DJ, más tardecito vuelvo! como siempre un abrazo!

domingo, 5 de febrero de 2012

.: Mi experiencia con el sistema de salud en Nova Scotia

Sin duda una de las cosas que más nos atraen a la hora de tomar la decisión de emigrar a un país desarrollado son los beneficios de un sistema de salud mucho más organizado que en nuestros países. Al llegar a Canadá, a muchos los toma por sorpresa que el sistema no es del todo perfecto y tiene sus falencias. Incluso los propios canadienses se quejan de ello. Yo sólo he vivido en la provincia de Nova Scotia desde que llegué y no puedo hacer comparaciones (dado que cada provincia es la que administra/organiza su propio sistema de salud) pero sí puedo hablar de mi experiencia aquí, tomando como tema central mi embarazo.

Aquí en Nova Scotia el tiempo que se demora uno en ingresar al sistema de salud es el tiempo que la máquina se demora en imprimir la tarjeta de salud, aproximadamente unos cinco minutos. A partir de ahí es sólo cuestión de escoger al médico de familia y programar las citas cuando uno lo necesite.

Las primeras veces que programaba mis citas, es cierto que la doctora se demoraba mucho en atenderme (hubo días en los que me demoraba hasta hora y media esperando) pero el tiempo de espera fue acortandose en la medida en que la doctora optimizaba su tiempo (tengo que decir que se demoraba bastante con cada paciente) y cambiaron a la secretaria por una más amable.

Durante los primeros 7 meses de mi embarazo todo estuvo bien. Mis controles siempre fueron a tiempo, con las revisiones de rigor y acertados consejos por parte de la doctora. Cuando ya me remitió donde la obstetra fue cuando nos dimos cuenta que tenía preeclamsia. Ese día, como les comentaba en el post anterior, yo tenía planeado un gran volumen de trabajo en la oficina pero apenas la obstetra chequeó mi presión arterial me dijo que me tenía que quedar hospitalizada.

Y de ahí mi única preocupación era quedarme en la cama descansando, procurando el bienestar para mi bebé porque de resto, la obstetra, las enfermeras y los médicos residentes hicieron todo por mí. Apenas me hospitalizaron, siguieron midiéndome la presión arterial cada hora o menos, luego medían la frecuencia cardiaca de mi bebé y también me hicieron un ultrasonido. La obstetra no quiso que ningún técnico hiciera el ultrasonido, por el contrario, ella misma se encargó de hacerlo y al terminar me dijo que aunque el bebé estaba bien en mi vientre, estaba muy bajo de peso para su edad gestacional, y eso era debido a la preeclamsia sumado a que soy una mamita bastante pequeñita. De ahí, llamé a mi esposo, llamé al trabajo e hice todos los arreglos pendientes para no tener preocupaciones y concentrarme en la llegada de mi bebé.

Dos días después de que me hospitalizaron, después de muchos exámenes de sangre, de mucho monitoreo en mi vientre, la obstetra me dijo que ya era hora de que mi bebé llegara al mundo. En ese momento sentí una mezcla rara de emoción y miedo, ya se lo pueden imaginar. Comencé a pensar en mi mamá y enseguida la llamé para que se preparara porque teníamos que adelantar el viaje. Los tiquetes estaban listos para el 17 de noviembre pero mi bebé no esperaría hasta esa fecha. Los tuve que cambiar para el 3 de noviembre y ese día viajó en compañía de mi suegra.

Mientras tanto, intentaron inducirme el parto pero durante las contracciones el bebé se notaba bastante estresado, de modo que, después de 8 horas de labor optaron por la cesárea. En ese punto yo estaba en una amplia sala de partos con todos los instrumentos necesarios para traer a mi hijo al mundo.

Más me demoré en firmar el consentimiento para la cesárea que el equipo de médicos en alistarse para la cesárea. Una hora después de firmar el consentimiento, mi esposo estaba listo para entrar en el quirófano conmigo, agarrando mi mano fuerte para aliviar así fuera emocionalmente mis escalofríos. La cesárea duró 20 minutos y luego escuché el llanto de mi bebé. El momento más dulce de mi vida llegó cuando la enfermera me trajo bien envueltito a mi pequeñito pedazo de corazón. Recuerdo su mirada fija en mí y su dulce carita como si fuera ayer.

Inmediatamente después del nacimiento se lo llevaron para NICU (La Unidad de Cuidados Intensivos para Neonatos) y lo instalaron en la incubadora. Su padre se fue con él para acompañarlo. Mientras tanto yo quedé al cuidado de la enfermera que me atendió como si fuera su propia hermana: me envolvía con cuidado para darme calor ya que los escalofríos me hacían tiritar, hablaba conmigo y me decía que todo iba a salir bien y que mi hijo era un encanto.

Mi bebé duró 3 semanas en el hospital. Yo duré una semana ya que mi presión arterial no quería bajarse y los médicos temían darme de alta y que ocurriera algún accidente en mi casa. Durante el tiempo que mi bebé estuvo en NICU no me pidieron ni un pañal desechable ni un tarrito de fórmula... Cuidaron a mi hijo con toda la dedicación y consideración que cualquier madre desearía para su hijo. Incluso nos prestaron alguna ropita para prematuros mientras estaba en el hospital ya que no teníamos nada que le quedara bueno en ese entonces. Cuando por fin nos entregaron al bebé para que viniera con nosotros a casa, el hospital nos dió fórmula y pañales suficientes para un día mientras nosotros comprábamos nuestras propias provisiones.

Yo pedí para mí una habitación privada para que mi mamá pudiera quedarse conmigo el tiempo que yo estaría en el hospital. Ese tipo de habitación tenía un costo adicional que yo estaba dispuesta a pagar... pero hasta hoy no me ha llegado la factura ni me han mandado a cobrar del hospital y eso que hace 3 meses salimos de ahí. También tuve internet gratis en mi laptop todo el tiempo.

A la segunda semana de hospitalización de mi bebé, el hospital me asignó una habitación privada especial en NICU. Allí mi esposo y yo nos pudimos quedar durante una semana más para aprender cómo manejar a nuestro bebé y enseñarle a comer sin necesidad del tubo nasogástrico. Tampoco nos cobraron por eso.

Podría seguir hablando horas y horas de lo satisfecha que estoy del sistema de salud de Nova Scotia pero ya este post está demasiado largo... de todas formas sólo quería compartir en términos generales lo bueno que me pareció todo y que en lo que a recién nacidos se trata -especialmente prematuros- no podríamos pedir un servicio mejor.

miércoles, 25 de enero de 2012

.: De vuelta al ruedo, alejada pero no perdida

Nuevamente pido disculpas por mi silencio durante tantos meses... pero entenderán que esto de ser mamá primeriza copa todo el tiempo en nuestras vidas. Estoy aprovechando que mi bebé acaba de dormirse para seguir escribiendo sobre nuestra nueva vida en Canadá agregando el hecho de que somos padres.

Desde la última vez que escribí les comentaba que estaba embarazada, trabajando y al mismo tiempo organizando, leyendo y tratando de prepararme para la maternidad. Fue duro, pero físicamente mi embarazo progresó tan bien que pude ir dos veces a Colombia a visitar a mi familia y arreglar el tema de las visas para que mi mamá y mi suegra pudieran venir a acompañarnos en el gran acontecimiento.

Todo estuvo perfecto hasta el 31 de octubre (Qué Halloween!) que fui a chequeo con la Obstetra que me habían asignado. Era mi primer chequeo con ella y ese día me dirigí normalmente al IWK (Digamos el hospital "materno-infantil" de acá), contando con que después de la cita médica tenía que hacer un reporte para un cliente en la oficina. Pero todo cambió cuando la obstetra me encontró la presión alta y proteína en la orina, lo que quería decir que tenía preeclampsia. Tuve que hacer acopio de fuerzas al escuchar cuando me dijo: "Llama a tu empleador porque no vas a volver a trabajar, es más, habla también con tu esposo para que te traiga tus objetos personales porque no vas a salir del hospital... y es posible que tengas a tu hijo en esta semana". Yo tenía 34 semanas de embarazo.

En seguida me programaron una ecografía, exámenes de sangre y orina para monitorear mi estado de salud y el bienestar de mi bebé. Durante dos días enteros tuve que arreglar mil trámites y dejar listas mil cosas: reportar a la empresa la novedad, cambiar los tiquetes de mi mamá y mi suegra para adelantarles el viaje, reportar en Colombia que no iba a escribir más libretos por una buena temporada y hasta programar el pago de los servicios públicos y las tarjetas de crédito para que ningún deadline se me cumpliera.

Dos días después, el 2 de noviembre del 2011 el mejor regalo del mundo llegó a mi vida: mi hijo David José.